Bodegón con cacharros
Zurbarán
Hacia 1650
óleo sobre lienzo
46 cm x 84 cm
Museo del Prado (MADRID)
Se trata de una sencilla pero ejemplar composición con cuatro objetos de la vajilla tradicional y la luz como únicos protagonistas. El pintor, seducido por "la pura técnica pictórica, las texturas y el goce estético", los ha colocado sobre una repisa, bien alineados y enmarcados por un fondo neutro. Se considera obra ejemplar entre los pocos bodegones conservados del pintor extremeño, apreciándose la conjunción magistral del crudo realismo y la ternura por las pequeñas cosas cotidianas, que dan como resultado un misticismo rústico y de hermosa solidez.
Elementos intrínsecos
- Técnica: Óleo sobre lienzo.
- Tema y género: Bodegón compuesto por tres cacharros de cerámica, una copa de metal y dos bandejas, también metálicas. De las tres piezas alfareras, dos blancas, del tipo de jarra alcarraza fabricado en los talleres trianeros sevillanos, y un búcaro de barro rojizo, cuyo diseño aún podía rastrearse en el siglo XX en Salvatierra de los Barros.
- Forma y estilo: Al margen de su pericia pictórica, Zurbarán sentía una capacidad excepcional para apreciar y reflejar lo cotidiano de la manera más simple.Todas las características propias de Zurbarán parecen presentarse aquí:
- La composición es muy simple: las cuatro piezas se alinean sobre un plano, individualizadas, autónomas unas de las otras. Se ha buscado el equilibrio de las formas y tonalidades; apenas hay lugar para la perspectiva o la riqueza cromática.
- Las texturas permiten al pintor experimentar los diferentes modos de responder cada una de las piezas a la iluminación y a los reflejos.
- Colorido pobre, en consonancia con la austeridad general, se reduce a varias tonalidades parduscas, pero vibrantes a causa de la iluminación.
- La luz, de estilo tenebrista, intensa, contrastada y dura, hace resaltar vivamente los objetos sobre un fondo oscuro. Luz y color armonizan sin esfuerzo, haciendo protagonista al silencio.
- Otros aspectos: Los bodegones españoles del Siglo de Oro contrastan en su austeridad con los opulentos, casi opresivos, bodegones flamencos de la misma época, como los de Claesz o de Heda.
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